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En una visita oficial a México, siendo la Secretaria de Estado, Hillary Rhodam Clinton, fue atendida por autoridades mexicanas y le llevaron a la Basilica de Guadalupe, y ahí ella preguntó...Quién pinto a la Virgen ?
Nadie la respondió el protocolo eclasial y de Estado, obviaron haber escuchado la curiosidad de la alta funcionario de Estados Unidos y despu+es, uno de ellos, le respondió vía correo eléctronico lo siguiente...
MARCOS CIPAC DE AQUINO, EL --HUMANO-- AUTOR DE LA GUADALUPAN
Estos Los escritos datan de 1905 y fueron realizados por el Obispo de la diócesis de Tamaulipas, Eduardo Sánchez Camacho.
Ese libro, titulado "ECOS DE LA QUINTA DEL OLVIDO" fue vetado en México por muchisimos años:
Vine de Obispo católico a Tamaulipas y aquí se eclipso mi estrella. No creía ni creo en la aparición de la llamada Virgen María en el Tepeyac.
Lo de mi escepticismo guadalupano irritó, indignó en sumo grado al obispo y cabildo de Puebla, que me amenazaron con la inquisición romana.
¿Cómo pudieron esos señores amenazar a un mexicano con los juicios de la inquisición romana?
Nuestras leyes son claras y terminantes, y un mexicano se ríe de la institución inquisitorial de Roma.
Pero todo eso me puso en contra á Roma y los suyos, y vino en mil ochocientos noventa y seis un enviado del Papa, llamado Nicolás Averardi, con instrucciones expresas de quitarme mis ideas.
Ese Cerreti sabía y sabe que el clero mexicano, más inmoral que todos los del viejo mundo, es generoso, conoce el modo fácil de hacer dinero, y proporciona el modo de adquirirlo, si no le da en abundancia.
Ese Cerreti sabía que la idolatría del pueblo mexicano es muy productiva en dinero.
¡Que terquedad tan brutal! No creyera yo y me parece que ningún hombre de sana razón puede creer lo que hace la superstición pertinaz y ciega de los hombres que se llaman grandes e ilustrados y que deberían ser los guías de la multitud, para llevarla a su verdadera dicha, y son verdaderos lobos que devoran al pobre ignorante, que desgraciadamente cree con fe ciega los embustes religiosos.
No hay una sola palabra en la historia de México que se refiera a la aparición de la madre de Cristo en el Tepeyac.
Aquí en Tamaulipas hay muchas imágenes aparecidas, siendo la más notable la del “Chorro” o “Chorrito”; pero ni esa ni ninguna otra tiene las pretensiones de origen angélico o divino, ni menos de ser obra de la Madre de Cristo. ¡Son más racionales los Tamaulipecos que el Ilmo. Arzobispo de Puebla!
Algún sabio ha dicho que los indios acostumbraban poner sus imágenes fuera de las iglesias, y que de allí las levantaban los clérigos o empleados de los templos.
Tal vez Marcos Cipac, autor de la imperfectísima pintura del Tepeyac, la puso fuera de la ermita que allí había y fue recogida por los empleados de dicha ermita o Capilla para que hiciera milagros.
Ningún historiador del siglo XVI ha dicho nada de esa aparición, luego no sucedió. El Padre Sahún, religioso instruido, piadoso y virtuoso tacha de idolátrico el culto de la imagen del Tepeyac; luego que este no tenía origen divino, ni era obra de la madre de Cristo.
Las diócesis antiguas ni pensaron en la guadalupana, y las erigidas hasta el siglo XVIII, no se distinguieron por su piedad y culto de Guadalupe.
Sería interminable citar escritores del siglo XVI, que como los anteriores que he citado declaran la falsedad de la Aparición, y solo quiero recordar dos testimonios que hacen prueba plenamente de cualquier juicio.
Los primeros frailes franciscanos que vinieron a México, en la época de la conquista, fueron hombres ejemplares en el cumplimiento de su oficio.
Procuraron en sus predicaciones y con su ejemplo y conducta, apartar los indios de la idolatría.
Vieron por esto, con disgusto que se divulgara que la imagen de Guadalupe que se veneraba en el Tepeyac, y que era obra del indio Marcos Cipac o Marcos de Aquino, hacía milagros.
Juzgaron que esto hacía que los indios adoraran a las imágenes, como hoy lo hacen con autorización y aún por orden de los prelados; volviendo así a la idolatría, que es la que practican nuestros indios.
El P. Fray Francisco de Bustamante, Provincial de los franciscanos, predicó en alguna iglesia de México el ocho de septiembre de 1556 y dijo todo lo que antes he expresado en este párrafo.
Dijo además que el que inventó o por primera vez dijo que aquella imagen hacía milagros, merecía cien azotes y doscientos al que siguiera divulgándolo.
Dijo que el Arzobispo Fr. Alonso de Montufar, que entonces gobernaba aquella iglesia, autorizaba esos falsos milagros, contra lo dispuesto por el concilio de Letrán, bajo pena de excomunión.
Luego en 1557 no había habido aparición, sino que se decía públicamente que la imagen del Tepeyac era pintura del indio Marcos Cipac.
Esto llegó a oídos de su majestad el Rey entonces nuestro señor, y pidió informe al Virrey
Don Martín Enríquez sobre el origen de la ermita y culto de la imagen del Tepeyac; y el Virrey contestó el 23 de septiembre de 1575 “que el año 56 o 57 estaba allí (en Guadalupe) una ermitilla, en la cual estaba la imagen que ahora está en la iglesia, y que un ganadero que por allí andaba, publicó haber cobrado salud yendo a aquella ermita y empezó a crecer la devoción de la gente, y pusieron nombre a la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe por decir que se parecía a la Guadalupe de España”.
Luego el origen de esa imagen del Tepeyac y de su culto no es la supuesta y falsa aparición.
Este documento también hace prueba plena en derecho, por ser oficial de un Virrey a su Soberano.
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