ciudadanos entre su derecho y la mercancia



    SEGURIDAD CIUDADANA: Entre un derecho humano y una mercancìa
                    Las metodologías usadas para aportar soluciones a la creciente situación de inseguridad que presentan las sociedades latinoamericanas hace que las fuerzas policiales adquieran un rol de mayor preponderancia a la hora de evaluar la solidez de sus instituciones. Sin embargo, el sujeto de estas soluciones no está presente, el pueblo, es decir la comunidad, el poblador desde su espacio particular y colectivo.

Más allá de la menor o mayor incidencia de sectores en la vida  de actores políticos y económicos enfrentados con el gobierno de turno , pocas dudas caben de que esta situación nos alienta a retomar un punto descuidado en muchos países. Ni que decir en Nicaragua no es la excepción,.
En los ensayos tradicionales sobre la necesidad de contar con fuerzas armadas en condiciones operativas como factor de disuasión para la defensa de los Estados, existen referencias sobre otra utilidad que ellas presentan. El asunto es que el uso de fuerzas, puede con  facilidad ser usadas para represión política con la oposición y desequilibrar los pesos y contrapesos de una democracia.

  En Nicaragua, hay una excepción de este tema también y es el uso del factor humano compartido, no utilitario a como sucede {o ha sucedido en Guatemala y Colombia, donde la participación ciudadana es manipulada con fines paramilitares.

 Nos referimos al equilibrio de la comunidad que brindan frente a eventuales roles y poderes de otras agencias armadas, por ejemplo los grupos juveniles en el Salvador {o Honduras, les llamanm “mara”, pero un simple rol de participación ciudadana de las madres, iglesias, novias ó familia, cambia la baturaleza de sus comportamientos a “jóvenes en riesgos, que requieren apoyo social de inclusión, no de excluirles y satanizarles, por ende, destinados a el enfrentamiento social.

  El rol de orden público al interior de los países, en especial de la policía (o las policías). Por diversas razones, y mucho más aún en países subdesarrollados, donde la seguridad ciudadana es una prioridad social y política de primera magnitud, existe un conjunto creciente de Estados en los cuales la clase política y la sociedad no dudan en asignarles crecientes recursos humanos y económicos a las policías
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Es malo ? Puede decirse que si porque suele suceder por ejemplo lo de Honduras, la Policia, fue utilizada como mecanismo de inteligencia operativa, paraqué los políticos golpistas y el Ejército, sacaran ilegalmente del poder a Manuel Zelaya. La otra respuesta es NO, porque si hay recuros para la seguridad, porque no compartirlo con la comunidad que estará siempre en sus hogares, y aportan en coordinación con las polícias a enfrentar mejor la delincuencvia y los desordenes vecinales comunes.

 El rol clave del narcotráfico, los secuestros, las pandillas, las violaciones, el raterismo y el crimen organizado en sus diferentes vertientes, no hacen más que fertilizar esta realidad. En cambio, la utilidad clara y presente del instrumento de la defensa y los militares muchas veces queda poco clara o difusa para amplios sectores de la comunidad, incluso para sus clases dirigentes. Podríamos citar casos claros en este sentido en diversos países centroamericanos, incluida la Argentina.

Estos desbalances muchas veces quedan al margen de los análisis, en especial cuando las urgencias, las encuestas, los noticieros 24 horas y el temor a las protestas y cacerolazos o marchas aceleran los tiempos con los que se cuenta para pensar o planificar al menos en el mediano plazo.
Aquí es dónde entra otro factor que está descuidada, y es la seguridad privada, convertido así un derecho a estar seguro, en una mercancía más, es decir a “reconocer” una variante del derecho ciudadano, en “un deber de pagar” por tu seguridad, en una flagrante violación constitucional en todos los países y que opera en Nicaragua, catalogada como la naci{on m{as segura de América Latina.

 A manera de mero ejercicio de política ficción, cabría imaginar cuál hubiese sido el escenario en Ecuador  y / o Honduras  en el caso de que esos países no hubiera contado, como lo hace, con fuerzas armadas con poco arraigo en la sociedad, y pocas respetadas y aún así con niveles operativos y presupuestarios adecuados.

 Esta ecuación de balance -o en todo caso de desbalance- a favor del poder militar, fue determinante para encauzar la situación, así como el hecho de que Rafael Correa siga siendo un presidente con sustancial respaldo popular y un sólido acompañamiento de la comunidad ecuatoriana y regional y de los propios EEUU

Hay que recordar que fue una rebeleión policial, definida con la actuación del ejército, pero en Honduras, el golpe de Estado a Manuel Zelaya, todo fue obra del Ejército, utilizando a la policía y el resultado fue claro, más desprestigio ante mla sociedad, las mismas instituciones fueron debilitadas, por ese actuar, sin respaldo popular, más bien en contra de ese pueblo.

   En estas situaciones críticas. no nos adentraremos más en detalle en esta cuestión, como tampoco discutiremos si las formas con las que se condujo sus gobiernos en las semanas previas y durante la crisis fueron las más prudentes para la gestión de estas situaciones complejas en el caso ecuatoriano

En el caso hondureño, hay percepciones de que las empresas privadas de seguridad, fueron activadas para tener un monitoreo riecto con la policía y agentes de el espionaje del ejército manejado por Romeo Vázquez Vel’asquez, mediante empresas vínuculadas a los mandos militares y eso desmérita también a ese “aporte” a la seguridad ciudadana, aunque más bien el comprado factor ciudadano, ante dizque “incapacidad del estado” a garantizar seguridad ciudadana.

Retomando el núcleo del presente escrito, cabe recordar que el mayor peso de las fuerzas policiales y de seguridad   los militares en diversos países han motivado que sectores de la defensa de los EEUU las considere interlocutores claves, tal el caso de América Central y Caribe, y aun Bolivia, antes de que Evo Morales -con el respaldo de su movimiento y de aliados como Venezuela y Brasil- fuera erosionando la presencia estadounidense.

La visión de defensa de Estados Unidos, impuso un modelo que aún resiste morir ó desaparecer y es la aptitud gorila de los militares, a la luz de la aceptaci{on gringa de respaldar gorila y aunque parece lejano los golpes de estado, Honduras y Paraguay es una muestra de esdtas aseveraciones y m{as aún implican el pobre rol que le dan a ala participación ciudadana, siendo esto la clave para que coordinados, haya eficacia en una seguridad ciudadana, d{onde en vez de cuidarse las españdas, las sociedades estén anuentes al trabajo, a la recreación y al desarrollo

No podemos observar como0 natural, que la seguridad privada, sea un eje de instrumentos de lucha contra el delito, ya que si aceptamos estos, debemos asumir que pronto en cada hogar, tendremos pronto que pagar, igual que la energía, el agua, la telefonía, también al guarda y talvéz el asunto no es el pago, sino el hecho de que es a “empresarios” que de paso ni siquiera asumen sus responsabilidades como tál y no pagan prestaciones y/o  seguridad social y observaqn el empleo que dán como “un favor”

Finalmente, ya centrándonos en el caso de la Argentina, cabría preguntarse en qué punto estamos de este continuo escenario, que va desde países con militares dotados de amplios presupuestos, recursos humanos y roles definidos -como es Chile y crecientemente Brasil-, hasta las situaciones vistas en la región centroamericana previamente mencionadas. Excepci’on de estos es Nicaragua 

Pocas dudas caben de que el caso argentino se viene acercando cada vez más a la segunda situación. Una combinación de factores parecen direccionarnos en este sentido: la transición por ruptura en 1983, derivada de la Guerra de las Malvinas, y la caótica herencia económica; la violencia guerrillera y la represión posterior; la tendencia de amplios sectores de la dirigencia política a seguir viendo por mera inercia a los uniformados como parte del hace mucho inexistente “partido militar”.

 Las crisis económicas recurrentes desde 1982; y la reciente instrumentación del área de la defensa para consolidar la imagen de un gobierno de “centro izquierda” y hasta de “izquierda” y esto es clave para entender esas tendencias tambi{en en HONDURAS, de ser militar en la vida cuvul xomo Romeo Vazquez el golpista y ahora próspero funcionario de las telecomunicaciones.

Mientras tanto, desde hace años las encuestas colocan la seguridad ciudadana en el primer o segundo puesto y los políticos han temido que un secuestro o asesinato se lleve consigo sus cargos y ambiciones políticas. Esto se resuelve si con otro factor, “guardaespaldas-empleados rpivados” y empresas privadas de seguridad, que suponen tener control estatal desde instancias policiales ó de órganos de seguridad, similar a ejército como Costa Rica y su OIJ

 Todo ello viene acompañado por una cultura social y de los medios de comunicación que pueden llegar a convencer acerca de que todo lo que ocurrió en un día de un argentino promedio son hechos de inseguridad y una pelea mediática entre miembros de la farándula. Acompañados por un toque de pronóstico del tiempo y los goles de la jornada.

La inseguridad es desde hace tiempo un asunto temido y que genera esperanzas de inestabilidades y desórdenes que ayuden a precipitar caídas o crisis de gobiernos, obviamente, parece un sdimple relato, sin embargo “la privatizaci{on de la seguridad” o el derecho a la seguridad sea convertido enmercancía, debe dilucidarse constitucionalmente, o tendremos pronto Estados fallido”

 En este contexto, lógicamente, se piden más policías y mayor presupuesto, entre otras con el desarrollo y la modernidad, pero el factor de “mercancía “ a la seguridad ciudadana, dónde queda? Queda al albedrío del libre mercado ¿. Los derechos laborales y humanos de sus “empleados” dónde quedan?

 Los gobiernos autorizan esos cosas. De manera más o menos vergonzosa, dependiendo de su compromiso real o retórico fondos y recursos humanos adicionales, dan luz verde a empresas de seguridad ó de guardas y los justifican como un aporte para “disminuir el desempleo”, pero no garantizan esos “derechos laborales” a los que emplean y es la justificación de “privatizar el derecho a la seguridad y convertirla en “empresa más”.

Recientes encuestas muestran que el 82% de la sociedad ve con buenos ojos el regreso del servicio militar, no por razones de disuasión y seguridad nacional, sino como forma de sacar jóvenes de las calles, luchas contra la droga y las pandillas. Hasta en esto la defensa es una variable “subordinada”. Dónde también hay que aplaudir “espacios que ceden las empresas de seguridad, aunque la seguridad sea un derecho y un deber, privatizarla, no es “delito”, simplemente es un asunto de “pragmatismo”, dicen los irresponsables políticos y políticas de hoy, rendidos ante las realidades del hoy, refieren

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